Hoy vamos a dedicar un artículo al Patrimonio Natural.
Ya hemos explicado varias veces nuestras labores de restauración. Dentro de nuestro abanico de servicios dedicamos buena parte de nuestros esfuerzos a recuperar algo que es de todos: nuestro Patrimonio. En este caso, y fundamentalmente, a través de la restauración de monumentos y obras de Arte. Pero en España tenemos otro Patrimonio tan grande, rico y variado como el artístico y el arquitectónico:
El Patrimonio Natural español
Es de una riqueza tan exuberante que podríamos decir que en España tenemos casi todas las manifestaciones naturales que pueden existir.
Tenemos desiertos, playas, bosques, montañas nevadas perennes. Tenemos ríos únicos, capaces de servir como laboratorio espacial para estudiar la vida o posible vida en Marte. Nos referimos al río Tinto, cuyas características son únicas en todo el planeta. Pero a unos pocos kilómetros de éste río tenemos el mayor vergel de marismas de toda Europa, y casi del mundo: El Coto Doñana. En él se reúne le mayor número de aves migratorias del mundo en los cambios de estaciones. Un Coto de Doñana amenazado de ser arrasado por el fuego en las últimas semanas por el incendio de Almonte.
Tenemos. Perdón, teníamos una de las mayores reservas ecológicas en el Parque Nacional de Monfragüe. Con una población de buitres impar en todo el mundo. Ha ardido y se ha consumido en cuestión de un par de semanas. Estamos dando un par de pinceladas del drama que supone la pérdida y la destrucción del Patrimonio Natural que, a diferencia de otros patrimonios, es irreparable. O lo es en el plazo de un siglo o más de un siglo, por lo que no al paso del fuego pocas o ningunas esperanzas quedan para los parroquianos que han visto arder su tierra. Y con ella sus vidas, porque la pérdida del entorno natural supone la quiebra para muchos pueblos y para las pocas aldeas que siguen subsistiendo, las más de ellas, por los frutos de la tierra. Y si esta arde, la economía local se carboniza con ella.
Nos rompe el corazón esta destrucción de la Naturaleza
Por eso hemos creído conveniente ceder uno de nuestros artículos a semejante tragedia. Humana y natural. Por la naturaleza en si misma. Y por todas las almas que han visto truncadas sus vidas.
Unas en sentido figurado: los lugareños, orgullosos hasta hace unos días de sus bosques, o de sus parques naturales que les daban de vivir y si no, les alegraban la existencia. Ahora se asomarán a la ventana y verán su paraíso carbonizado convertido en infiernos locales.
Y «almas» en sentido literal. Las de los valientes que han entregado sus vidas intentando sofocar los fuegos. Sin olvidar fauna y flora, ambas castigadas y diezmadas, unas veces por el descuido de los montes. La pereza de las instituciones, los errores en la prevención de incendios. Otras por el impacto de la propia naturaleza, a modo de rayo perdido que inicia un fuego. Por no hablar de la más triste de todos los dramas… los fuegos originados de la mano de seres humanos desalmados, si cabe tal calificativo para quien prende un monte y arrasa miles de hectáreas con tan vil acción.
Este drama sacude a toda España y se ceba con la España vaciada que impotente, viendo arder sus vidas, hará las maletas y la convertirán en desertizada por la acción del fuego.